martes, 10 de octubre de 2017

DESCARGAS DE CONTRAHISTORIA (ENLACES ACTUALIZADOS)

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sábado, 15 de octubre de 2016

SIGÜENZA 1936.

(VARIOS AMIGOS DE SIGÜENZA NOS ENVIAN UN ARTÍCULO QUE HAN PUBLICADO CON MOTIVO DEL 80 ANIVERSARIO DE LA RESISTENCIA DE LA LOCALIDAD AL LEVANTAMIENTO FASCISTA, CUYA CAÍDA SE PRODUCIRÍA EL 16 DE OCTUBRE DE 1936. MUCHAS GRACIAS POR CONTAR CON NOSOTROS.).


"Desde los días anteriores a la victoria del Frente Popular de febrero de 1936, la situación en Guadalajara (tanto en la ciudad como en la provincia) venía siendo cada vez más conflictiva. El nombre que toma la candidatura de las derechas en la provincia lo dice todo: “Bloque Antirrevolucionario”. Su líder es el máximo exponente de la derecha en la provincia y uno de las principales figuras durante los años finales del turnismo: el Conde de Romanones Álvaro Figueroa. La victoria de las derechas en 1936 en la provincia es contundente. En una provincia de raigambre caciquil los mecanismos de poder local y sus clientelas fueron usados concienzudamente para la victoria que tuvieron en la provincia.
Aun así, la agitación popular continuó en la provincia desde las plantaciones de resina de la Unión Resinera en los terrenos del Duque de Medinaceli donde los trabajadores lograron la colectivización de las tierras, a las reformas promovidas por la Casa del Pueblo en Sigüenza frente a los patronos agrarios de la ciudad pasando por las colectividades en Azuqueca de Henares. El estallido social, en esos meses, hasta julio del 36 fue de gran importancia. La reacción fascista de las redes de la CEDA y Falange se dejó notar con el asesinato del cartero de Moratilla de los Meleros en marzo de 1936 y, el 13 de julio (cinco días antes del golpe y en las mismas horas de la muerte de Calvo Sotelo) con el asesinato al dirigente de la Casa del Pueblo de Sigüenza Francisco Gonzalo “El Carterillo”. Será el asesinato de esta persona y lo que le rodeará meses después el motivo de este artículo.
El asesino del líder socialista del pueblo fue el líder de la patronal local Román Pascual (que tiene una calle en Sigüenza). La Casa del Pueblo se había querellado contra un patrono en nombre de un tendero de Palazuelos (pedanía cercana a Sigüenza) al que habían ganado el pleito y una sustanciosa indemnización, y parece que sea eso uno de los móviles del asesinato. Si el 13 había asesinado, el día 15 se oficiaba un funeral al que acudían más de 2000 personas de la localidad (en Sigüenza residían casi 5000 personas en aquel momento) y todas partes de la provincia (hasta algún sacerdote se acercó a la manifestación) para darle el último adiós al que fue uno de los primeros asesinados antes del conflicto. No era ni Calvo Sotelo, ni el teniente Castillo (con todo el respeto al militante socialista asesinado) que cuentan únicamente los libros del instituto con muy baja profundización; era Francisco Gonzalo, un líder sindical agrario que se había destacado contra un ambiente caciquil donde los lazos del Obispado de Sigüenza y las fuerzas políticas de la derecha eran un todo indiscutible.
El 18 y 19 de julio transcurrieron sin ningún problema en la ciudad como si se tratase de otros días. La ciudad estaría llena de trabajadores preparados para la siega de la zona. La ciudad realmente “no se percató” de estar en guerra hasta el día 25 de julio cuando llegan los primeros batallones de milicianos (CNT al mando de Feliciano Benito, Batallón Pasionaria del PCE) que entran en una ciudad donde no se ha pronunciado nadie. Inmediatamente son acogidos por el alcalde de Izquierda Republicana Antonio Lafuente. La ciudad es controlada en pleno a medida que van llegando más batallones provenientes de la estación de Atocha que vienen en tren tomando las localidades que se encuentran en su camino. En la propia ciudad, se reclutan los primeros milicianos locales que toman el nombre de Batallón “Francisco Gonzalo”, en honor al sindicalista asesinado. Los milicianos ocupan diversos edificios religiosos que los convierten en sus cuarteles. También llegan milicianos del POUM (al mando de Mika Feldman e Hipólito Etchebéhere) y, un grupo de milicianos al que no se conoce la afiliación pero se sabe que eran mineros provenientes de Pozoblanco (Córdoba) y que su posterior participación en el sitio de la Catedral será heroica. Desde Sigüenza se enviarán varias partidas de milicianos hacia las localidades colindantes con Soria donde se está estableciendo el primer frente estable por el avance de las fuerzas requetés de García Escámez desde Soria y Logroño. Un frente de más de de 200 km desde Molina de Aragón hasta la Somosierra. Las milicias que circulan pueblo por pueblo llegan a Atienza donde no pueden capturar la localidad donde se han atrincherado un grupo de falangistas y guardias civiles en el castillo a la espera del avance de los requetés.
Al fijarse los primeros frentes en la zona norte de Madrid y Guadalajara, Sigüenza queda únicamente como bastión de resistencia ante un posible avance, como así fue. Como cuenta el dicho popular: “uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde” y esto es el resumen de la resistencia en la ciudad segontina. Unos resistentes superados en número y material de guerra frente a un ejército de mercenarios, verdaderos escuadrones de la muerte. Cuando cayó Sigüenza se reveló la importancia fundamental de esta localidad. La ciudad no se rindió hasta el 16 de octubre cuando sus sitiadores tenían pensado tomarla en los primeros días de agosto ó septiembre, la resistencia desesperada de vecinos y milicianos que acudieron a la llamada fue muy valerosa. Los mineros de Pozoblanco, anteriormente nombrados, fueron de los pocos grupos que lograron escapar desde el sitio de la Catedral. Desde los altos del edificio lanzaron cartuchos de dinamita en latas de conservas y latas de refresco produciendo cierto pánico entre los sitiadores que aprovecharon para escapar.
Tras la toma de Sigüenza se inicia en la ciudad y en la zona colindante un proceso represivo de grandes dimensiones. En Sigüenza habían sido ajusticiadas 50 personas entre caciques, cargos de partidos políticos pertenecientes a las derechas y el obispo de la ciudad. Los “jóvenes alborotados” de la iglesia navarra (los “requetés”) entraron con la firme convicción de matar a diez por cada uno de los suyos que había caído: en total, 500 asesinados por la represión fascista. Algunos de los asesinados lo fueron en el mismo lugar donde fueron capturados, otros fueron fusilados en el cementerio local, otros detrás de unas tapias del castillo y, otros trasladados al penal de Soria y ejecutados en el camino. Se han podido documentar varios casos de ejecuciones en las cunetas de los alrededores de Sigüenza como el asesinato del maestro de Cincovillas, o los prisioneros que bajaban a mitad de camino (no se han podido encontrar sus cuerpos) a los que ordenaban cavar su propia tumba y después los fusilaban.
Sigüenza fue ejemplo perfecto del paso de la vida normal en una ciudad de raigambre agraria al atraso más absoluto. Esta ciudad nunca volvió a ser la misma. Ninguno se planteó lo que iba a caer sobre ellos una vez hubiese sido tomada la ciudad. Los que soñaron con que en otro momento aquella localidad diese paso a la modernidad tan deseada en este país de caciques, tendrán que esperar años porque todavía no ha llegado. "

martes, 12 de abril de 2016

PRESENTACIÓN CONTRAHISTORIA NÚMERO 9.


DESDE CONTRAHISTORIA ES UN PLACER INVITAROS A LA PRESENTACIÓN DEL NUEVO NÚMERO 9 QUE LLEVAREMOS A CABO EL PRÓXIMO DÍA 23 DE ABRIL EN EL CSO LA 13-14.
DENTRO DE LA JORNADA QUE HEMOS PREPARADO CONTAREMOS ADEMÁS CON UN RECORRIDO GUIADO ANTITURÍSTICO ALREDEDOR DEL PUENTE DE VALLECAS, DONDE CONOCEREMOS ALGUNOS EPISODIOS Y LUGARES DEL VALLECAS MÁS REBELDE Y SUBTERRANEO DEL SIGLO XX.
FINALMENTE, LOS CANTAUTORES ANTONIO EFECTOS, Y SUS RUMBAS PUNK, Y CANCIONES PARA BORRACHOS NOS AMENICIRÁN EL FIN DE FIESTA.

lunes, 4 de abril de 2016

YA EN LA CALLE EL NÚMERO 9 DE CONTRAHISTORIA.

PUNTOS DE VENTA Y DISTRIBUCIÓN. (actualizados)





MADRID
BARCELONA
  • ACCIÓ CULTURAL (Martínez de la Rosa 57, 08012 Barcelona) 
  • EL LOKAL (Cera 1, bis, 08001 Barcelona) 
  • CIUTAT INVISIBLE (Riego 35, 08014 Barcelona) 
  • LIBROS EN SU TINTA (Carrer de Badosa 17, 08016, Barcelona)
  • LIBRERIA TAIFA (Verdi 12, 08012 Barcelona)
  • INFOESPAI (Placa del Sol 19-20 baixos, 08012 Barcelona)  
  • LIBRERIA CAP I CÚA (Torrent de l’ Olla 99, 08012 Barcelona) 
  • LA ROSA DEL FOC (Mare de Déu de Port 336, 08038 Barcelona)
  • MAI MORIREM  (C/ Torrent de l'Olla 160. 08012 Barcelona)
ASTURIAS.
  BIZKAIA
 ARABA
BURGOS
  • BIBLIOTECA SOCIAL LA MALDITA (Las Escuelas 8 A, 09007 Burgos)
IRUÑA                   
  SEVILLA
CÁDIZ
GRANADA 
JAEN
 SORIA
SALAMANCA
SEGOVIA
  • EDICIONES AVERSIVAS (Centro Social Miraflores. Los miercoles a partir de las 20:00. Miraflores 1, 40005, Segovia)

ZARAGOZA
GALICIA
CANTABRIA
TOLEDO
LOGROÑO
CIUDAD REAL
GIRONA
CORDOBA
    • DISTRIBUIDORA LA LLAMADA
LLEIDA
  • DISTRIBUIDORA ANTIAUTORITARIA SILENCIO TOXICO (Apto 35, 25100, Almacelles)

martes, 8 de marzo de 2016

LA HUELGA DE LOS NIÑOS DE LAS CRISTALERIAS PLANELLS. 1925.




 Fachada cristalerias Planell. 2015.

La Barcelona de la primera mitad del siglo XX se encuentra inmersa en un proceso de crecimiento acelerado, encarnado en continuos y grandiosos proyectos urbanísticos. En ella,   iglesia y burguesía catalana fomentarán crear un espacio autóctono inspirado en la grandeza parisina, encarnado en las huellas de sus oriundas expresiones artísticas, modernismo inicialmente, y noucentismo después. Frente a la construcción de la gran urbe cosmopolita surge de forma opuesta otra ciudad paralela, formada de familias obreras, que crecen proporcionalmente a la industrialización y se hacinan en condiciones miserables en barrios empobrecidos que adquirirán de forma irremediable  un marcado semblante proletario. Es en esta Barcelona, menos exótica y elitista, donde se desarrollará ese importante asociacionismo obrero, sobre todo en su aspecto sindical, que convertirá a la ciudad en uno de los grandes focos de una autoorganizacion y lucha de clase que se extiende ya por medio mundo post industrial. Dos realidades irreconciliables, protagonistas del devenir de la  gran ciudad mediterránea, cuya historia se escribirá inseparable de la conflictividad social que caracterizará a sus habitantes y  calles durante décadas.

Mientras el gran director soviético Sergeí. M. Eisenstein estrena su primer largometraje, Stacka, La huelga, preludio del afamado Acorazado Potemkin, y Mussolini ilegaliza en Italia cualquier partido político al margen del Partido Nacional Fascista, la Barcelona de 1925 vive inmersa en el periodo dictatorial impuesto en toda España por el general  Primo de Rivera. Tras el asesinato del Presidente Eduardo Dato en la Puerta de Alcalá madrileña, a manos de varios anarquistas catalanes, y con el visto bueno de Alfonso XIII, y el apoyo de iglesia, conservadores y ejército, éste implantará una dictadura,  a través del golpe de estado de septiembre de 1923, dirigida por un Directorio Militar inspirado en el gobierno italiano de Mussolini. Como antiguo Capitán General de la región de Barcelona, donde se enfrentará a catalanistas y anarquistas, representará la figura ideal donde promover mano dura contra la creciente actividad libertaria y obrera, cuyo desarrollo amenaza con poner en jaque el orden establecido a través de infinidad de huelgas, acciones y actos organizados contra patronal y gobierno. 

Mientras, promovida por el aumento de la masa obrera fruto del auge industrial, se desarrollarán  estructuras organizativas estables gestionadas por los propios trabajadores, empujados, además, de alguna forma, a unirse para enfrentarse al pistolerismo de la patronal y la represión policial que los acosa y, en muchos casos, encarcela o asesina. La huelga se convierte en el principal arma de lucha reivindicativa, inspirada en ejemplares movilizaciones como la huelga de La Canadiense de 1919. Ésta paralizaría, convertida ya en huelga general, la práctica totalidad de la industria catalana, y obligaría al gobierno a la readmisión de los obreros despedidos y la liberación de los encarcelados durante la protesta, además de, lo más importante, ratificar el decreto que establecería la jornada de ocho horas en España, primer país europeo en aplicarse de forma oficial. La creciente influencia de los anarcosindicalistas en el conflicto, a través de la Confederación Nacional de Trabajadores, CNT, nacida en 1911 (que contaría ya con 15.000 afiliados en apenas sus primeros meses de existencia, y con más de 700.000 para finales de década), convertiría a la ciudad barcelonesa y su entorno en uno de los más importantes focos anarquistas dentro del seno de la conflictividad obrera española y, con toda seguridad, internacional. Sin embargo, el colaboracionismo de la otra gran corriente sindical, UGT, con la dictadura, y la ilegalización de CNT, convertidos los libertarios en objetivo primordial de Primo de Rivera, harán caer el número de huelgas en toda la península a partir de 1923.
Durante los años de progreso industrial, cuya prosperidad no podría explicarse sin aparejarla a unas condiciones de trabajo miserables y represivas, Barcelona vería el nacimiento de prosperas fábricas asentadas alrededor de su recientemente reconstruido centro urbanístico. Estos cambios urbanísticos, representados por la construcción de la Vía Layetana y la monumentalización del centro, darán lugar a barrios obreros opuestos estética y socialmente a esa imagen idílica. La floreciente burguesía catalana encontrará en el desarrollo industrial su mayor herramienta para progresar, asentando su crecimiento en las espaldas de los obreros, condenados a llevar a cabo duros trabajos en condiciones infrahumanas, con sueldos miserables y largas jornadas de trabajo, que, además, se verán especialmente recrudecidas cuando de mujeres se trataba y, de forma más cruel si cabe, en lo relacionado con el empleo de mano de obra infantil. Uno de aquellos personajes, que representarían como nadie el cliché del futuro empresario ejemplar, sería Leopoldo Planell Porqueras, 1885-1953. Como tantos otros, y no necesariamente hijos de esa burguesía, abrazarían con ansia el espejismo de la abundancia capitalista, creando trayectorias y, a veces, dinastías, que les enriquecerían y auparían a la élite del status social. Vecino del popular barrio de Sants, hijo de una familia trabajadora, crearía la cristalería Planell, que se convertiría a la postre en una de las más importantes fábricas dentro de la emergente industria del vidrio.

Asentada en la calle Anglesada, por aquellos días principal vía del barrio de Les Corts y hoy condenada a una más que modesta existencia, la fábrica de vidrios Planell se haría popular entre el vecindario por sus conocidas prácticas laborales y su falta de escrúpulos con respecto al trabajador.  A pesar de gustar de alardear de carácter progresista entre sus vecinos, las brutales condiciones laborales impuestas por Planell incluirían, incluso, la utilización de niños de entre nueve y doce años, bajo una supuesta tutela de aprendiz, algo, por otra parte, habitual en las empresas de la época. Bajo condiciones más mezquinas incluso, si cabe,  que las del resto, los chavales se veían obligados a adecentar  y preparar los hornos y material de trabajo al menos una hora antes de la entrada del resto de trabajadores, además de ser “encarrilados” a base de frecuente golpes y maltratos, ya de por si normales en el método educacional infantil de la época. 

Así es como, en 1925, con la cristalera consolidada como una de las principales del sector, un joven aprendiz de once años, Francesc Pedrá, decidiría movilizar a sus compañeros para enfrentarse a las sistemáticas vejaciones a que eran sometidos, desencadenando una huelga que paralizaría la producción de vidrio de toda Barcelona. Durante dos semanas, los muchachos organizarían comités, enfrentándose a la policía y a sus propios padres y madres, recalcando con ello su doble objeto de explotación: por ser trabajadores y por ser niños. La huelga, apoyada desde el primer momento por la CNT, se extendería por todas las fábricas del ramo, obligando a los patronos a negociar con la chavalería rebelde palpables mejoras laborales y el pago equitativo de la hora extra diaria trabajada.
Aún anecdótico, y solapado por los grandes episodios de la lucha obrera venidos y por haber durante las primeras décadas del siglo XX en Barcelona, el episodio rebela en su seno algunos de las más importantes singularidades de la conflictividad de la época: la extensión de las movilizaciones obreras a todos los ámbitos de la sociedad, una extraordinaria conciencia de clase de una importante parte de los trabajadores  y un consecuente desarrollo de la masa obrera como fuerza real. De alguna manera, la lucha de los niños de Planell representa de forma inequívoca el ambiente reivindicativo del momento, su extensión y su importancia, representado por acontecimientos difícilmente imaginables a día de hoy.
 


De hecho, las cristalerías Planell ya habrían visto protagonizar en sus instalaciones numerosas movilizaciones, incluyendo dos plantes y tres huelgas entre junio del 17 y junio del 21, así como un intento de atentado contra el propio Planell el 22 de agosto de 1923, al recibir un disparo en plena Carrer de Riego mientras esperaba en su automóvil frente a su casa. Bala que se incrustaría en su brazo y le haría perder parte de la movilidad de por vida. En declaraciones a la policía, él mismo ubicaría el hecho en el seno de un conflicto laboral que habría llevado a sus trabajadores a mantenerse en huelga intermitente durante casi seis meses. También, pasados los años, continuarían los conflictos, incluidos algunos protagonizados por los aprendices, como el recogido por un diario en 1935: “En la fábrica Cristalerías Planell… no se presentaron ayer al trabajo setenta y cuatro aprendices, por pretender un aumento en su salario, aunque este está de acuerdo con lo establecido en los contratos de trabajo…”. Un año después la empresa es colectivizada por los revolucionarios que pasan a controlar la ciudad como respuesta al alzamiento militar que desencadenaría la Guerra Civil. Planell aceptará cobardemente convertirse en un trabajador más dentro  de la colectivización, pero recibirá con los brazos abiertos la llegada de los falangistas en 1939 que  le devolverán la dirección de su empresa, conociendo esta sus máximos años de beneficio económico en esos primeros años 40. Cristalerías Planell sería premiada con el galardón de “empresa ejemplar” por parte del franquismo, y el propio Leopoldo ascendido a jefe de la Sección Provincial del Sindicato Único en el ramo del vidrio. 

Igualmente representativo de esos años, como el propio episodio de la huelga en sí, es la figura de aquel chaval de once años que iniciaría el conflicto. Francesc Pedrá continuará involucrándose en las luchas obreras, afiliándose poco después a la CNT y convirtiéndose en Delegado General de la sección de vidrios de la sindical anarquista con tan solo quince años. También conocido como Seisdedos, participará en numerosos emblemáticos episodios de la historia revolucionaria barcelonesa, como el asalto a la cárcel de mujeres de la Ronda de Sant Antoni, liberando a las presas el mismo día de la proclamación de la IIª República, y participando en diversos espacios culturales como el Ateneo Libertario Paz y Amor de Santa Eulalia. Miembro, además, del Comité Revolucionario que proclamaría el Comunismo Libertario en Hospitalet en 1933, localidad en la que viviría prácticamente toda su vida. Y por supuesto, sería participante activo desde sus comienzos en la defensa de Barcelona contra el levantamiento nacional, así como en las posteriores colectivizaciones y en el frente, como voluntario en la Batalla del Ebro. Conocería varios campos de concentración franceses tras cruzar los Pirineos ante el avance fascista, entregado y deportado posteriormente a los nazis y reubicado en el campo de concentración de Magdeburgo. Conseguiría regresar a España con documentación falsa años después, participando hasta sus últimos días en continuas movilizaciones de distinto calado, particularmente dentro del ambiente vecinal durante la llamada Transición y otros colectivos sociales. Murió en el año 2000 en su querido Hospitalet que le acogió y que hoy lo recuerda con unos jardines llamados “de Francesc Pedrá y Lola Peñalver”, la compañera, miembro de “Mujeres Libres” en aquellos años rebeldes, con la que compartió su vida.
Muchos de los trabajadores catalanes de finales del siglo XIX, sometidos a condiciones de vida miserables, encontrarían en el abrazo a los ideales anarquistas la esperanza de un mundo mejor. Como muchos otros,  Pedrá se acercaría a los libertarios y sus métodos de lucha a través de su propio entorno familiar y las lentas lecturas en voz alta de textos anarquistas  de su padre, obrero analfabeto, autodidacta y anarquista convencido. Su propio hermano, Camil, se convertiría con los años en uno de los hombres de acción de la Federación Anarquista Ibérica, protagonizando distintos golpes y atracos, siempre por y para la causa, en palabras del propio Francesc. De hecho, un ejemplo más de coherencia y temple de acero de aquellos rebeldes, Camil moriría en Francia en la más absoluta pobreza a pesar de ofrecerle el gobierno galo una pensión vitalicia por su participación en la liberación de París de las manos del ejército  nazi. Éste la rechazaría alegando que su antinazismo no lo alineaba necesariamente con los intereses franceses y por su absoluto rechazo a aceptar nada de ningún estado. 

Fachada 2015.


Los  Pedrá son uno de esos grandes hombres y mujeres que, en las antipodas de la mitificación o la idolatría, merecen ocupar líneas más contundentes en la historia revolucionaria. Nombres y vidas, a menudo, relegadas y olvidadas incluso por quienes se sienten vinculados de alguna forma a ellas, pero con la fuerza y capacidad de expresar ideas y momentos tanto como otros episodios y apellidos más arraigados en la memoria. Tan sólo un nombre más entre miles. Tan trascendente, pero a la vez tan indispensable, como un nombre, unido como tantos otros a la revolución y a una idea.
Pero la historia, la oficial, es caprichosa, ya lo sabemos. Indulgente cuando interesa, cruel con la memoria cuando compensa y, lo más doloroso, embustera, manipuladora y tristemente amnésica cuando conviene. La Barcelona convertida en gran capital europea, motor urbanístico, económico y turístico tras aquel 1992, recuerda aún hoy, incluso entre documentos de estudio recomendados desde el propio archivo municipal, a las cristalerías Planell como uno de los grandes emblemas del desarrollo industrial barcelonés del siglo XX. Y quizás no haya mejor manera de expresarlo, el desarrollo y la riqueza forjado a través de la explotación de otros y la aparición del fascismo como aliado para recuperar el control económico se ven reflejados también en esta historia como simbólica moraleja al final del cuento. La admiración del empresariado actual hacia personajes como Planell es natural, no podría ser de otra manera, Una perfecta representación simbólica de los verdaderos cimientos del capitalismo, en general, y del auge de la burguesía catalana a lo largo del pasado siglo.
Prácticamente ningún edificio ha resistido el paso del tiempo en la vieja carrer de Anglesala. La modernización de la ciudad avanza a pasos agigantados enterrando en escombros la historia de un pueblo. Alguien ha decidido respetar la fachada y el cartel modernista de las antiguas Cristalerias Planell, no sólo como elemento artístico, sino como recuerdo de la, para muchos, emblemática y ejemplar empresa. Otros, a su paso, también recuerdan la otra parte de la historia en un empeño de que la memoria no sea también una mercancía en manos de unos pocos. 

“Los conquistadores  se adueñan de  la historia de sus conquistas, y para cubrirse más de gloria, cubren de ignorancia a los vencidos”       Éliseé Reclus (1830-1905)